A la Virgen le escribo con ardores
para que ella redima los pecados,
a todos los infantes depravados
que no saben de gracias ni colores.
Que la Virgen le da los resplandores,
Para ver a los pobres marginados,
que de ella reciben los cuidados
los que luego se sienten más mayores.
Recorren el camino con la Santa
y a medida que el alma se levanta
encuentran la salud con la dulzura.
Los marochos se llenan de riqueza
cuando miran contento la belleza
se cubre Encinasola de hermosura.
Autor: José Garcia Alvarado
“Susano”